Veinte años separan dos momentos categóricos en la política exterior de Ucrania. En 2005, tras la Revolución Naranja y la llegada de Víktor Yúshchenko a la presidencia, Kyiv votó en la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra a favor de una resolución impulsada por la República Checa que condenaba las violaciones de derechos humanos en Cuba. Aquella votación fue una de las primeras expresiones del giro democrático de Ucrania: un país que emergía de las sombras de Moscú para integrarse a Europa y alinearse con las democracias occidentales.
La resolución, aprobada por 21 votos a favor, 17 en contra y 15 abstenciones, pidió que el organismo mundial mantuviera su vigilancia sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y recomendó que la Comisión renovara las resoluciones previas que habían condenado al régimen de La Habana por la represión política, las detenciones arbitrarias y la falta de libertades fundamentales. Fue, además, el mayor respaldo con el que jamás había contado una resolución contra Cuba en el sistema de la ONU, reflejando un amplio consenso internacional en defensa de los derechos humanos en la isla.
¿Qué tipo de éxito desea La Habana? ¿El éxito en destruir a los ucranianos?
En 2025, ese espíritu volvió a manifestarse. Ucrania votó por primera vez en contra de la resolución presentada por el régimen cubano que exige el fin del embargo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. La decisión fue anunciada por el representante permanente de Ucrania ante la ONU, Andrii Melnyk, quien explicó que el voto refleja “la profunda preocupación de Kyiv ante la participación de Cuba en la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania”.
“Nuestro voto no es contra el pueblo cubano, sino contra la inacción de su gobierno frente al reclutamiento masivo de ciudadanos cubanos por parte del ejército ruso, que lleva muerte y devastación a Ucrania”, declaró Melnyk en la Asamblea General. El diplomático detalló que miles de cubanos han firmado contratos con las fuerzas rusas y que las Fuerzas de Defensa de Ucrania han capturado a numerosos prisioneros de guerra de nacionalidad cubana. Según Melnyk, estas prácticas “no son hechos aislados”, sino una red organizada que opera con conocimiento y tolerancia de las autoridades en La Habana.
El embajador también respondió a las expresiones del presidente Miguel Díaz-Canel, quien deseó públicamente “éxito” a Vladímir Putin en su “operación militar especial”. “¿Qué tipo de éxito desea La Habana?”, preguntó Melnyk ante la Asamblea. “¿El éxito en destruir a los ucranianos? ¿En bombardear nuestra infraestructura energética en pleno invierno? ¿O en provocar un desastre ambiental? Ese es el éxito que Cuba celebra.”
Melnyk advirtió que el reclutamiento de cubanos “viola la Carta de las Naciones Unidas” y denunció que el régimen cubano “ha dejado de ser neutral” para convertirse en cómplice activo de la agresión rusa.
Cambio histórico en la postura ucraniana y reacciones
Hasta 2025, Ucrania había mantenido una posición ambigua o de bajo perfil respecto a la resolución cubana. En 2022 y 2023 se abstuvo, intentando preservar apoyo diplomático entre los países del Tercer Mundo y en 2024 incluso votó a favor de la resolución junto con la mayoría.
Sin embargo, el voto en contra de 2025 marca un giro histórico, con este cambio, Kyiv envía una señal de ruptura definitiva con el régimen cubano y de alineamiento político con las democracias occidentales.
El jefe de la Oficina de la Presidencia ucraniana, Andriy Yermak, respaldó la postura de Melnyk y afirmó que “el gobierno cubano se ha convertido en un activo estratégico para Rusia, apoyando activamente su guerra de agresión contra una nación oberana europea”.
El canciller de Ucrania Andrii Sybiha recordó que Kyiv reitero el cierre de su embajada en La Habana y el degradamiento de las relaciones diplomáticas tras el apoyo público de Díaz-Canel a Putin. “Nuestro voto no fue repentino”, señaló. “Es el resultado de una acumulación de pruebas sobre la complicidad cubana en el envío de combatientes a Ucrania”.
Desde la sede de la ONU, en New York, el embajador estadounidense ante la ONU, Mike Waltz, calificó la decisión ucraniana como “un acto de dignidad moral” y subrayó que “Ucrania ha dicho la verdad que muchos en Europa prefieren ignorar: el régimen cubano es cómplice de la guerra rusa”.
El presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento de Estonia, Marko Mihkelson, lamentó la pasividad de Europa ante “la dictadura cubana y su participación en la agresión rusa”, mientras que el congresista estadounidense Carlos A. Giménez agradeció el gesto de Kyiv: “El voto de Ucrania es un ejemplo de dignidad frente a los agresores de La Habana”, escribió en X.
El legislador federal Mario Díaz-Balart celebró que un número creciente de países haya cambiado su voto en la ONU para ponerse del lado del pueblo cubano y afirmó que la política estadounidense “solo niega dólares a una dictadura despiadada” que oprime a su pueblo, desestabiliza el hemisferio occidental, apoya a los regímenes de Venezuela y Nicaragua, y permite actividades de inteligencia rusas y chinas en la isla, además de enviar miles de cubanos a combatir en Ucrania”.
El voto de Ucrania en 2005 situó al país junto a Estados Unidos y la Unión Europea en la defensa de los derechos humanos y la libertad política en Cuba. Dos décadas después, el voto de 2025 reafirma esa coherencia moral y política: Ucrania vuelve a colocarse del lado de las democracias que enfrentan a los regímenes autoritarios aliados del Kremlin.
Lo que comenzó con la Revolución Naranja y el liderazgo de Yúshchenko encuentra continuidad bajo el mando de Volodymyr Zelenskyy, en medio de una guerra que reafirma los mismos principios: la independencia nacional, la soberanía democrática y la pertenencia plena de Ucrania al mundo libre.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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